O no.
Puede ocurrir también todo lo contrario. Es algo que ya
venía yo barruntando, pero la actualidad política me ha sacado de dudas. A
estas alturas ya saben hasta en China que la máxima autoridad competente del Gobierno no sabe hacer la “o” con un canuto. Si los chinos son atacados por una
profusión de “Oes” de humo procedentes de Occidente, estaríamos a salvo porque
todos sabrían con total seguridad que no era obra de Rajoy. Sin embargo, esta semana
el presidente me ha hecho movilizarme y lanzarme sobre el diccionario. Pensaba
que “disquisición” era una palabra relativa al Derecho Público o
Administrativo, pensaba que debería recurrir a algún alumno avezado de Derecho
Romano. No. Disquisición no explica las nacionalidades y los orígenes de los
ciudadanos. Disquisición no responde a ningún tipo de condición de procedencia
ni es, para nada, la palabra que corresponde escupir a un Jefe de Gobierno.
disquisición.
(Del lat. disquisitĭo, -ōnis).
”Estamos en una disquisición que no conduce a nada”, suelta
con esa cara de estar aguantando todo el peso de la asegurada posterior
ignominia, acompañada de un desorbitado tembleque de pierna. Debe de ser la
técnica para controlar los esfínteres. Llego a ser yo el que está ahí y ya
hubiese soltado de todo por mis bajos. Pero me hizo bien mirar el diccionario y
aprender el susodicho vocablo, que “mire ussshhhted por donde” corresponde
perfectamente a lo que sucedía. Rajoy suspendía con un cero patatero el examen
sin salvar ni una de sus partes: ni la legalidad, ni las nacionalidades ni las
banderas. Pero oye, que a otra cosa mariposa. Yo ésta me la guardo para cuando
sea un poco más grandecito y me quieran examinar. Hablaré de disquisiciones que
no conducen a nada. Cuando los profes certifiquen mi cate mayúsculo en lengua
inglesa, yo sosteniendo mis pises les diré con cara ignominiosa: ¿Y la europea?
Me está dando buenas pistas el presi para afrontar futuros
deslices académicos. Lamama leyendo mis notas:
-
Pero… ¿y las mates?
-
Las mates ya tal.
Este episodio me ha
hecho darme cuenta que muchas veces utilizar un lenguaje más complejo no
significa expresar mejor las cosas. Pequeño
Pujol y Coleta Morada me lo
enseñaron. Agradecí infinito ese lenguaje de indio, respetuoso con los menos
avezados en el idioma. Y es que estoy viendo esto de las elecciones catalanes como
puro teatro. Por lo pronto estoy aprendiendo de géneros: esperpento, comedia burlesca…
Aunque, que quieren que les diga, yo sigo viéndolos como un todo propio de la
mejor de las farsas.
Las elecciones catalanas no me han quitado tiempo para ver –
que no comprender- otras realidades. Las que de verdad importan, y si no he
hablado antes de ellas no ha sido por falta de tiempo o voluntad sino porque me
sentía incapaz. El drama de los refugiados es muy difícil de entender
para alguien como yo: ¿Será que además de los brazos y las piernas también
crecen corazas en los cuerpos? “Cuadernos Pequeño Jefe” comenzó cuando conocí
la realidad de las guerras, al ver el rostro de aquella coetánea mía que
levantaba los brazos en señal de rendición. Este tiempo he visto los
telediarios sumido en una implacable tristeza porque aunque no haya visto el
rostro de aquella niña exactamente, si han sido otros pequeños los que rendidos
y destrozados han cruzado países buscando sino la paz al menos la salvación del
propio pellejo.
No entiendo.
Hablamos de nuestras propias disquisiciones pero –parafraseando
a Rajoy- ¿Y las europeas? En Europa se reúnen para decidir que ya se resolverá,
que el drama por lo visto puede esperar. Lo de los refugiados ya tal.
Es un poco irónico que mientras unos, hastiados, baldados y
desesperados, tratan de cruzar las fronteras para salir del drama –físico, no
de recuerdos- otros luchen por poner la suya propia. A mí las fronteras no me
gustan nada. Odio que Lamama me diga que no puedo pasar a la cocina mientras ella
la campa a sus anchas. Pero oye, que sus razones tendrá; como los catalanes.
En fin, que siga la tragicomedia,
que pena que esto no lo pueda regir el género
chico…
Muy buena reflexión, yo soy como tú, no me gustan para nada las fronteras y menos las vallas bien altas ni los muros que separan
ResponderEliminarUn saludo se un amigo de C. pensar con rigor es un ejercicio sanativo para la sociedad. Elie
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